
Una investigación liderada desde la Unidad de Hipertensión y Riesgo Cardiovascular del Hospital Escuela Eva Perón en Granadero Baigorria detectó que 1 de cada 2 mujeres aparentemente sanas presenta signos tempranos de daño vascular no detectados por métodos tradicionales.
Utilizando la tecnología no invasiva de Velocidad de Onda de Pulso (VOP), el estudio identificó rigidez arterial en mujeres jóvenes sin factores de riesgo clásicos como hipertensión o colesterol alto. Los datos fueron publicados en 2024 en la revista científica American Journal of Preventive Cardiology, con apoyo de la Universidad Abierta Interamericana.
El estudio, de vanguardia y con enfoque de género, comenzó con pacientes del hospital, incluyendo mujeres con antecedentes de preeclampsia y enfermedades autoinmunes, mostró que 8 de cada 10 mujeres con preeclampsia y 1 de cada 3 con enfermedades reumáticas ya tenían daño vascular subclínico. Por estos hallazgos, el equipo ganó premios nacionales e internacionales como en el año 2023, cuando el equipo ganó el premio al Mejor Trabajo de Investigación Clínica de la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial y también fue reconocido por la International Society of Hypertension.

Ampliado a nivel nacional con casi 300 mujeres de 18 a 59 años, el estudio confirmó que la mitad de las mujeres consideradas de bajo riesgo cardiovascular según criterios tradicionales presentaban enfermedad arterial incipiente. Esto permite una prevención temprana para evitar eventos graves como infartos o ACV.
La Dra. Albertina Ghelfi, médica clínica especializada en hipertensión, quien cordina la Unidad de Hipertensión y Riesgo Cardiovascular en el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria expresó a Cordón Plus que: «El punto de partida que me parece siempre interesante comentarlo porque es un poco el interrogante que teníamos o eso que nos hacía ruido que nos llevó a ir adelante con el tema de las investigaciones. Nosotros sabemos que a lo largo del mundo la principal causa de muertes de mujeres es la enfermedad cardiovascular y Argentina no es ajena a esa realidad mundial. En Argentina también la principal causa de muerte en las mujeres es la enfermedad cardiovascular, entendiendo por la misma los infartos, el ACV y también algunas condiciones que pueden ser derivadas de esta afectación cardiovascular».
La Dra Ghelfi expresó que: «Hay de alguna manera la percepción de la enfermedad cardiovascular en la mujer no tiene esa magnitud, es decir, cuando se hacen encuestas a lo largo del mundo, incluso en nuestro propio país, donde las mujeres piensan que fallecen por otras causas, es decir, que nosotras como usuarias de salud ya de por sí no lo vemos como un problema. Y nosotros decíamos, bueno, ¿cómo puede ser entonces que nosotros vemos mujeres que a lo largo de su vida, desde el punto de vista cardiovascular, muchas están sanas pero después terminan falleciendo de esto? Entonces empezamos a preguntarnos si no hay una cuestión de sesgo en la interpretación de esa condición de sana. Cuando nosotros empezábamos con esto, a lo largo del mundo se iba mencionando que las mujeres estaban expuestas a otros factores de riesgo potenciales que eran diferentes a los varones, es decir, hay factores de riesgo que compartimos, los tradicionales, los que se estudiaron clásicamente en la medicina a lo largo de todos estos años, es decir, si un paciente es hipertenso, no importa si es hombre o mujer, la misma hipertensión se configura como un factor de riesgo, lo mismo, la obesidad, tener diabetes, tener colesterol alto y algunas otras más».
«Después también hay factores que son genéticos o biológicos. Si en la familia hay mucha carga, o heredó un familiar de mucha enfermedad vascular; esa es la programación que tenemos cuando nacemos, digamos. Pero después, las mujeres tenemos otros grupos de factores de riesgo que los varones no», agregó la médica.
Entre esos factores se encuentran, aquellos que están relacionados a la edad, «nosotras menstruamos por primera vez, a qué edad llega nuestra menopausia, si quedamos embarazadas o no, si perdimos embarazos, cómo nos fue, si en esa gestación estuvo todo bien o apareció algún problema, por ejemplo, mujeres que les apareció diabetes en el embarazo o hipertensión o tuvieron una preeclampsia. Esos factores son propios de las mujeres, no pueden suceder en varones. Y después hay otros factores que se los llaman emergentes, que son compartidos entre hombres y mujeres, pero que se ha visto que esas condiciones se comportan distintas en las mujeres», añadió Ghelfi.
El trabajo destaca la importancia de un enfoque con perspectiva de género, ya que las mujeres tienen una alta subestimación del riesgo cardiovascular, pese a que esta es la principal causa de muerte femenina en Argentina. Se propone incorporar factores de riesgo específicos de género (preeclampsia, antecedentes ginecológicos, enfermedades autoinmunes, etc.) para mejorar la detección y prevención.
«Tomamos estas poblaciones de mujeres que para la medicina cardiovascular son mujeres sanas, que le calculamos el riesgo y el riesgo nos da bajo, que buscamos su presión arterial y la presión arterial no está alta, que buscamos diabetes y no tienen diabetes, le buscamos a ver si tienen colesterol y no lo tienen, le hacemos los estudios habituales para ver si tiene ateroma o algún problema, no tiene nada, pero tiene algunos de estos factores de riesgo que estuvimos mencionando recién. Y a esas mujeres que son consideradas «sanas» desde el punto de vista cardiovascular tradicional, les hicimos un estudio que se llama velocidad onda de pulso, que lo que permite es detectar la enfermedad arterial en sus estadios más incipientes, es decir, cuando la arteria está haciendo mucha fuerza pero todavía no se deformó. Si uno va y lo ve con un estudio de imágenes, esa arteria no va a estar distinta a una arteria sana, se va a ver igual pero esa arteria ya funciona diferente», explicó la profesional.
«Y en estas mujeres que tenían todas esas condiciones de base controladas, porque trabajamos muy interdisciplinariamente para poder hacer este trabajo, por ejemplo, con el Equipo de Enfermedades Autoinmunes y Reumatología, enviaban a sus pacientes que tenían la enfermedad controlada, el equipo de toco ginecología y de maternidad, mujeres que habían atravesado una preeclampsia. Lo que encontramos en esas mujeres con esos factores de riesgos e incluso con la entidad de base controlada que la mitad tenía parámetros de rigidez arterial», señaló.
El estudio se inició en el año 2022, «en la última experiencia que hicimos, no la desarrollamos solo en el hospital, porque nosotros en la medida que fuimos avanzando con estos hallazgos, lo fuimos comentando, ganamos premios en 2023 y 2024 por estas investigaciones, y en esos congresos otros colegas a lo largo del país fueron viendo lo que estábamos haciendo y quisieron sumarse», indicó Ghelfi.
«Estos datos también los pudimos obtener en la ciudad de Rosario, en la provincia de Córdoba, en la provincia de Mendoza. Esa investigación incluyó casi 300 mujeres, ya a nivel multicéntrico estamos hablando. Parece un número pequeño, pero es muy difícil en la medicina encontrar una persona que, captada desde hospitales de tercer nivel, que son lugares donde se suelen derivar patologías muy complejas, tenga todos los estudios de laboratorio, todo lo que se hace completamente normal», sostuvo.
La experiencia del Hospital Eva Perón demuestra que es posible realizar investigación y políticas de prevención de calidad con enfoque interdisciplinario y de género, usando tecnología accesible en el ámbito de la salud pública.
«Muchas de las mujeres que actualmente estamos considerando sanas, si nosotros tenemos en cuenta esta visión un poco más generoespecífica, pero en el sentido propio de considerar estos factores de riesgos, son mujeres que las podemos estudiar un poco más y a lo mejor detectar algo que se está pasando por alto. Lo que es importante mencionar es que la rigidez arterial, como es una etapa muy incipiente y muy precoz en lo que es esa evolución de la arteria, es impasible de ser tratada«.
«Entonces, no es que el diagnóstico de por vida uno tiene rigidez, se puede encontrar y esto a través de recibir tratamiento, muchas veces no farmacológico, con cambios en el estilo de vida y algunas otras actitudes, puede revertirse. La mujer se puede estar ocupando muchos años antes de una condición que de otra manera no hubiera sido detectada, versus encontrar el problema muchos años después, donde ya esa reversibilidad es un poco más relativa. Poder ir atrás con el problema, pero no siempre se puede», concluyó Ghelfi.
