Los que cuidan nuestra salud no deberían irse. No, señor. Ellos, guardianes de nuestro bien más preciado, deberían estar siempre, porque con ellos nos sentimos confiados. Pero resulta que aunque estén hechos de una materia especial, ellos son humanos, y desde que la vida es vida, los humanos se van, en algún momento.
Anoche le tocó irse al doctor Raúl Machado. Tenía 68 años y era clínico general y cirujano. Aún atendía en su consultorio de Dr. Ghio al 800, en San Lorenzo, cuando entre lunes y martes sintió algunos malestares que, tras la atención médica de rigor, derivaron en su internación en el sanatorio de Paraguay 40, en Rosario, y en la necesidad de una intervención quirúrgica de alta complejidad, cuyo posoperatorio no pudo sortear.
Como todo o casi todo Machado, Raúl era fana de Rosario Central (en la foto que ilustra esta nota se lo ve, precisamente, en un sector del plateas del estadio Canalla). Junto a sus hermanos Miguel y Daniel, también médicos, fue propietario de la Clínica Sur, que estaba situada en Riccheri e Yrigoyen, en la Ciudad Histórica. Quien esto escribe supo de la estupenda atención que allí se prodigaba cuando debió someterse a una cirugía ligamentaria en marzo del ’92. Esa fue sólo una parte de su trayectoria, que le acarreó reconocimiento más que merecido.
Los restos del doctor Raúl Machado están siendo velados en la sala de Santiago del Estero al 600. El sepelio tendrá lugar mañana.
