Alonso Lobato, el chiquito de sólo tres años que nació con una malformación en las válvulas tricúspide (una de las cuatro del corazón) y pulmonar, se sometió ayer a la imprescindible y tan esperada intervención quirúrgica para reparar el daño congénito. La operación se inició en la noche del lunes en un quirófano de la Fundación Favaloro (Ciudad de Buenos Aires) y se extendió por casi 8 horas en la Fundación Favaloro. Y Alonso, de acuerdo a lo que conto su mamá a Cordón Plus, «está re bien, gracias a Dios».
Shirli apuntó además que el niño «le encontraron quilotórax en los pulmones y ahora está con medicación para drenar. Está despierto». Quilotórax es acumulación de líquido linfático en el espacio pleural, entre la pared torácica y el pulmón, que puede ser causada por traumatismos o condiciones no traumáticas, como enfermedades o cirugías. Peligroso de por sí, necesita ser eliminado.
¿Por qué Alonso necesitaba imperiosamente esta cirugía?
Nació prematuramente, a las 33 semanas de gestación, con la malformación mencionada. Tan injusta es la vida, a veces, que habiendo vivido tan poco ya sufrió infartos y la colocación de cinco stents y un marcapasos.
La operación consistió en la reconstrucción de una válvula y la colocación de un injerto en la arteria aorta. Las 48 horas posteriores a tan riesgosa intervención son harto importantes. Hasta la tarde de este miércoles, Alonso estaba atravesando ese período en buena forma.
