El posteo, por infrecuente, sorprende, y – ¿a qué negarlo? también intriga: «Quiero pedirte que me ayudes a cumplir mi sueño. Ésta es una lista de elementos que necesito para armar mi bolso, alistarme y quedar como soldado voluntario del Ejército«. Acompaña al texto una foto de la nombrada lista, que lleva como encabezado «Batallón de Arsenales 603 San Lorenzo». Y se ofrecen a la venta distintas delicias: tortas, bizcochuelos, rosquitas, etc.
Quien elabora y vende (alias: hijos12345 para depositar el dinero) esos productos para intentar llegar a alistarse es Marilin Peralta, una joven de sólo 19 años de edad que vive en barrio San Sebastián, de Puerto San Martín. Allí, con la ayuda de mamá y papá (que «están orgullosos y felices»), pone manos a la obra para recaudar dinero con el fin de comprar lo que la unidad regional del Ejército Argentino le solicita para enrolarla. «No hice un calculo de cuánto gastaría en las cosas que me piden. Hacemos las ventas y vamos comprando lo que se pueda», explica, con la lógica abrumadora de quien se propuso concretar, a tan corta edad, un sueño nada común.
«Ser soldado significa representar al país en lealtad, respeto y honor«, afirma, sin vacilar, Marilin., a quien – afirma – nadie le inculcó el sentimiento por el Ejército y los valores que ella entiende que el mismo enarbola. Ese sentimiento «se despertó en mí cuando era más chica, cuando empecé a ver a los soldados; firmes, serios, respetuosos«, marca, con entusiasmo y la fuerza motora que sólo se tiene a su edad. Tanto es así, que imaginarse interviniendo en una guerra no la amedrenta: «Me gustaría poder ayudar y servir lo más que pueda».
Pero un hipotético conflicto armado no está en su horizonte. Mientras pugna por obtener un turno para una audiometría que complete su carpeta de exámenes, asegura: «Me gustaría estar ya ejerciendo como soldado voluntario y llegar a Aviación». Claro, porque la cumbre del sueño de la joven puertense es llegar a convertirse en soldado aeronáutico. «Y ser una persona firme, con respeto y honor», insiste, y no está de más; claro que no.;
Ni los trajes ni las luces ni la música ni una carrera universitaria ni un trabajo «formal» componen el sueño de Marilin Peralta. En San Sebastián, junto a sus nueve hermanos y sus papás, en pleno siglo XXI, invita a cultivar la imaginación y la ilusión, porque al fin y al cabo, los sueños son el motor que impulsan el progreso y la búsqueda de un futuro mejor. «Voy a ser la primera de la familia en llegar a ser soldado«.
Para comprar y cooperar
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