
Escuchar a las personas con discapacidad es esencial para comprender qué obstáculos enfrentan y qué cambios son necesarios para garantizar una participación plena.
Cuando se habla de discapacidad, con frecuencia la atención se centra únicamente en la condición física, sensorial o intelectual de una persona. Sin embargo, quienes viven con discapacidad coinciden en algo fundamental: las mayores limitaciones no provienen del diagnóstico, sino de las barreras del entorno y de las actitudes cotidianas.
Este miércoles se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, establecido por la ONU en 1992 para promover los derechos y el bienestar de esta población, y para concientizar sobre la necesidad de construir una sociedad más accesible, equitativa e inclusiva.
El cambio de enfoque es claro y necesario. La discapacidad no es un atributo individual, sino una interacción con un ambiente que no siempre contempla la diversidad humana. Un escalón puede ser más limitante que cualquier condición motriz; una conversación que excluye puede generar más aislamiento que una discapacidad auditiva; una mirada condescendiente puede herir más que cualquier dificultad física
Hablar de discapacidad hoy implica hablar de participación plena, igualdad de oportunidades y accesibilidad en la vida diaria. La inclusión se construye en la vereda, en la escuela, en el transporte, en el trabajo y en cada espacio donde las personas desarrollan su vida.



