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Angélica, la primera mujer en arbitrar un partido de fútbol masculino de Primera en la Liga Sanlorencina

Tiene 49 años, nació en Acebal, se formó en Santa Fe y vive en Puerto San Martín, en Tierra de Sueños. Quizás esto último sea una señal, porque si con algo soñó Angélica López, desde su adolescencia, fue con ser árbitra de fútbol. Y aquí está, tejiendo más historia en su carrera: el domingo pasado se convirtió en la primera mujer en arbitrar un partido oficial de primera división masculina de la Sanlorencina. Fue en Barrio Quinta, de Capitán Bermúdez, donde el local superó a San Fernando, de Granadero Baigorria, por 3-1, como parte de la fecha 12 del Torneo Anual.

«Fue un partido hermoso, y no porque lo haya dirigido yo», dijo, sonriendo, Angélica. «Me gustan los partidos con roce, donde el árbitro hasta tenga que sacar alguna tarjeta para hacer entender que hay que jugar y no, pegar», confesó, luego de expulsar a uno por bando.

Pero la protagonista de esta historia tiene un larguísimo recorrido en el arbitraje, desde infantiles de la Santafesina hasta Primera B Nacional. «A los 16 años terminé la secundaria en Acebal y contra los deseos de mis padres, me fui a estudiar a Santa Fe, donde me instalé en casa de mis abuelos», comenzó su repaso Angélica, cuya idea era estudiar medicina. Aún con un papá futbolero, anotarse en el curso de árbitros fue casi casualidad. «Un vecino de mis abuelos se anotó y me preguntó si yo quería intentarlo. Y como siempre me animé a todo, dije que sí», continuó ella.

«¿Por qué no dejás de romper las pelotas y te vas?»

El ambiente del fútbol tiene, todavía hoy, rasgos de machismo. Imaginemos, entonces, lo que era hace 34 años. «Mis compañeros de curso no me aceptaban y me miraban mal en todos lados». Era todo muy adverso. «Volvía a mi casa y lloraba», admitió. «Pero nunca bajé los brazos. Y una vez, un instructor me dijo: ‘Tenés dos opciones: levantarte e irte o quedarte y hacer el curso». Se quedó y, sin saberlo, instaló el primer mojón de su carrera.

El segundo mojón podría ser cuando después de cuatro años de dirigir infantiles, fue como jueza de línea a un Gimnasia y Esgrima-La Perla, por la primera de la Santafesina, y terminó dirigiendo por lesión del referí. «Yo tenía 20 años. Tras el partido, entró al vestuario el veedor de la liga y me dijo: ‘Nena, ¿dónde estabas?’. Yo no entendí hasta que me dijo que me invitaba a sumarme a los entrenamientos de campo de los árbitros de primera».

El mal ambiente, los recelos y el desprecio de sus pares y de cierto público («incluso, de muchas mujeres») fueron quedando atrás a medida que Angélica seguía adelante, cada vez más firme. «Es que me enamoré del arbitraje a primera vista», justificó, aunque no era necesario. De repente, en una capacitación a la que asistió en cancha de Belgrano, de Córdoba, se topó con un muro que podría haberle impedido seguir con su carrera, cuando un instructor le espetó: «¿Por qué no dejás de romper las pelotas y te vas? No llegarás a nada». Pero no. «Eso fue como un clic. Lo sufrí pero no me importó porque sabía lo que podía dar, sin importar el prejuicio sobre las mujeres ni el qué dirán», contó.

Vení que te cuento

Para Angélica, dirigir un partido de B Nacional y uno de Sanlorencina no es lo mismo por el entorno, pero sí, en su preparación. «Siempre doy mi ciento por ciento», aseveró, para luego explicar que los jugadores se portan casi igual que cuando los dirige un hombre. Casi: «Te van midiendo. Antes del partido les digo cómo quiero que se desarrolle el partido. Si acatan, bien, si no, saben que empezarán a irse de a uno. La amenaza no va; hay que advertir para ser creíble. y te creen cuando te imponés y explicás técnicamente. No me las sé todas; por eso, sigo yendo a cursos y paso una hora y media por día estudiando».

Pese a la resonancia del hecho que la involucró, la mujer se quitó la medalla del hito reciente: «No es un logro mío, sino de la Cooperativa de Árbitros Pino Histórico, de la que soy secretaria. Empezamos con 9 árbitros y hoy somos casi 30, con 7 mujeres». Y como si fuera cosa de todos los días, contó que padeció leucemia (de la que se recuperó hace unos siete años) y que llegó a dirigir con fiebre y luego de someterse a una sesión de quimioterapia y que hoy lo hace con tres stents por problemas cardíacos. ¿Cómo es posible? «Es que respiro y transpiro fútbol y arbitraje», argumentó, sonriendo otra vez. Casi se podría decir que llegó contra todo y contra todos.

Mientras se prepara para brindar una charla el lunes, en la Escuela de Fútbol Malvinas (bulevar Urquiza 2500; san Lorenzo), Angélica dijo, para las chicas que quieren ser árbitras, que «crean, que todo es posible. Hoy son libres de abrirse camino en esto, con confianza y mejores herramientas. Por mi parte, estoy cerrando mi carrera, pero lo haré de la mejor manera; siempre, incentivando y motivando».

Curso de la Cooperativa de Árbitros Pino Histórico

La teoría se dicta los viernes, desde la hora 19 y durante dos horas, de manera gratuita, en el Coworking Municipal (Saavedra y Rosario). Puede accederse a partir de los 16 años de edad.

Martes y jueves hay entrenamiento, que incluye trabajo en gimnasio. Cada tres meses se realiza una evaluación cardiológica.

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