
Pilar Mugica es sanlorencina. Tiene 38 años de edad y lleva ese mismo tiempo conviviendo con parálisis cerebral, la cual le causó cuadriparesia espástica, que entre otras cosas y desde siempre, genera un severo impedimento motriz. Por ello se traslada con silla de ruedas, más allá de que tiene cierta capacidad para incorporarse.
Su caso es uno de aquellos que generan admiración y también, ¿a qué negarlo?, la emisión de frases del estilo de «Yo, en su lugar, no podría». Ajena a estas disquisiciones, lo que evidentemente no podría nunca hacer, Pilar, es quedarse sometida a la limitación. Las exigentes laderas empinadas del volcán Lanín la vieron escalarlas; las aguas bravas la salpicaron cuando se animó al rafting, y ahora, el para-ecuestre – el adiestramiento para jinetes con capacidades diferentes – la tendrá como la única representante de esta provincia y una de las muy pocas del país que competirán en el World Challenge de la Federación Ecuestre Internacional, que se celebrará el 17 de diciembre próximo en el Club Hípico Uruguayo, de Montevideo, Uruguay.
De la terapia a la competencia
Cuando Pilar tenía unos 8 ó 9 años, su mamá – incansable buscadora de opciones que pudieran mejorar la calidad de vida de su hija – «leyó que la equinoterapia es muy buena para mi condición. Conocimos a un señor de San Lorenzo, Antonio Mastrizzo, que tiene caballos. Así empecé y vimos que montar me hacía muy bien porque me abría las caderas y estimulaba mi marcha y mi equilibrio», narra la protagonista.
Pilar se metió de lleno en la equinoterapia hace 15 meses, en Raíces Ecuestres, en Rosario. «Conocí allí a Sabrina Ormaechea, que además de ser profesora de adiestramiento para-ecuestre es kinesióloga, lo cual es ideal porque conoce sobre mi patología». Sabrina fue invitada, a fines de julio pasado, a unas jornadas de formación en Tucumán y extendió esa invitación a Pilar. «Me postuló como posible amazona. Me vieron montar y dijeron que tenía mucho potencial como para clasificarme y empezar a competir», prosigue.
Tucumán: un antes y un después
Al volver del Jardín de la República, la cosa cambió, por completo y para bien. «Dejamos la equinoterapia y pasamos a clases de equitación adaptada». Los cambios alcanzaron al caballo: ahora monta a Longo. Y llegó la chance de tomar parte en el World Challenge, una especie de paso anterior al acceso a las grandes competencias. Pero antes… «Tuve que viajar a Montevideo, en octubre, para que una clasificadora brasileña, de parte de la Federación Internacional, me evaluara. Quedé en grado 1 perfil 1, el menor de los 5 grados existentes».
Como la discapacidad de Pilar es estática (no empeorará pero tampoco mejorará sensiblemente), «es probable que siempre tenga grado 1. Estoy orgullosa por ser la única amazona de Santa Fe, pero ojalá vengan más. Menos mal que fui a Tucumán: cambió mi motivación; fue súper transformador. Esta disciplina está muy poco desarrollada en el país; somos 10 u 11 entre jinetes y amazonas, y sólo tres tenemos grado 1. Creen que lo nuetro es fácil porque sólo vamos al paso con el caballo, pero somos los más valientes, porque somos los que menos recursos tenemos para lograr que el caballo haga lo que queremos que haga«.
Y a no dudar que Pilar está entre los y las más valientes. Tiene para sí 38 años de vida que lo certifican.



